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Las Amigas son las Amigas


A simple vista Angélica lo tenia todo. Buena posición social y económica, éxito en los negocios y un novio solícito y cariñoso. Si profundizabamos un poco resultaba que el novio solícito y cariñoso lo era por su buena posición económica y por su éxito en los negocios. Era uno más de los tantos hombres y mujeres que se acercaban a ella sólo por interés. Enseguida se daba cuenta pero los toleraba mientras no le ocasionaran problemas, en ese caso se deshacia de ellos sin ningún remordimiento pero con un dejo de frustración que le producía una momentanea depresión.

Era muy perpicaz y desconfiaba de todo el mundo, menos de Carla, su amiga de toda la vida que trabajaba y vivía con ella. Se ocupaba de administrar la casa, el personal de servicio y era la responsable de manejar su agenda social.

Eran totalmente distintas pero se querían muchísimo y se aceptaban mutuamente tal cual eran desde siempre.

Carla salía con Alejandro desde hacía tres meses y todavía no le había contado nada a Angélica. Estaba muy suceptible y Carla cuidaba mucho que Angélica no se viera afectada. Depre como estaba saber del buen momento que vivía Carla provocaría en Angélica, a pesar suyo, un sentimiento de envidia, y Carla quería evitarle ese contratiempo.

Más adelante, superado el trance, se lo presentaría y Angélica estaría, como siempre, contenta con la felicidad de su amiga.

Carla y Alejandro se veían a las escapadas cuando el abundante trabajo se lo permitía pero tenían su compensación dos o tres veces por semana cuando Angélica asistía a las tantas reuniones a las que la obligaba su posición.

Era en esas noches donde ambos amantes daban rienda suelta a su pasión sólo cuidandosé de que Alejandro se retirara un rato antes de que volviera Angélica.

Cuando esta llegaba, comentaban aspectos de la reunión, se agendaba lo importante y el resto esa sólo chismerío de buenas amigas. Cumplido el rito ambas se retiraban a dormir, Angélica pastilla mediante y Carla agotada, contenta y reviviendo los pasionales momentos vividos con Alejandro.

Cuando Carla rememoraba la cojida, sentía nuevamente la pija de Alejandro dentro suyo y se exitaba de tal forma que tenía que pajearse, para poder conciliar el sueño.

Carla estaba eufórica, Alejandro era el mejor tipo que había conocido en su vida y no sólo por los veintidos centímetros de verga gruesa que cargaba y de su manera de usarla, sino porque era muy alegre y divertido y era muy buena persona. Ella le decía en broma que era un tierno con una parte dura.

Ese día estaba plenamente felíz porque luego de innumerables y pacientes intentos habían logrado concretar una hermosa culeada.

Carla estaba contenta de haber podido gozar esa verga, que tanto la enloquecía, totalmente metida en su culo, como la gozaba cuando la tenía en la boca al mamársela o cuando ejercía esa presión demoledora en su vagina.

Por su parte Alejandro estaba eufórico y extasiado se quedo mirandolé el ojete por donde fluía su leche que momentos antes, después de una prolongada y profunda acabada, había derramado dentro de ella.

Ese día especialmente no se hubieran separado, pero lo hicieron imaginandosé el próximo encuentro.

En cada encuentro encontraban algo que los enriquecía y cada vez gozaban más. Era evidente que ambos eran las partes de un todo pleno de placer.

Un día Alejandro llegó a lo de Carla que lo esperaba desnuda, observó ese par de tetas casi perfectas, ese culo indudablemente perfecto y la erección que ya había alcanzado le produjo dificultades para desnudarse. Lo consiguió cuando ya Carla, incontenible, se había largado a chuparselá. Con su fuerza la levantó y la acomodó para poder chuparle la concha.

A Carla la enloquecía la forma en que Alejandro se la mamaba, sobre todo porque le masajeaba el clitorís con tal intensidad que dejaba corto a cualquier vibrador.

Ella, incontrolable de calentura, decidió que le iba a sacar la leche con la boca y no paró hasta conseguirlo, a pesar de los esfuerzos de Alejandro para no acabar, y que al final se entregó y la dejó hacer mientras el le metía toda la lengua en la vagina y en el ojete.

La acabada inundó la boca de Carla que tragó parte de la leche y el resto lo compartió con Alejandro en un largo beso.

Casi inmediatamente de acabar estaban de nuevo trenzados ardientemente. Tan enajenados se encontraban que no notaron que, en la puerta del cuarto, abierta por estar solos en la casa, estaba Angélica perpleja que no atinaba a nada, sólo a mirar extasiadamente el polvo que se estaban echando Carla y Alejandro.

Sorprendidos pararon y Carla intentó una explicación que paró al observar que Angélica no apartaba la vista de la poronga de Alejandro totalmente dura y brillante, por los flujos de Carla, a pesar de la sorpresa.

Carla sólo atinó a decir: -¿No es divina? Agarrasela —orgullosa del pedazo de Alejandro.

-¡Carla! Es tu novio —reaccionó Angélica.

-Vos sos mi amiga y no puedo verte así, Alejandro te va a hacer felíz.

Lentamente Angélica extendió su mano hasta la pija de Alejandro. Este miró a Carla que asintió levemente con la mirada.

Con la pija en la mano comenzó a pajearlo mientras Carla la desnudaba.

Muy pronto Angélica se la llevó a la boca y comenzó a chuparla frenéticamente. Carla se apartó mirandolós hacer mientras se pajeaba suavemente.

La cara de Angélica había cambiado y Carla estaba feliz por ello. El gestó hosco y frío que tenía ultimamente se fue trocando en una sonrisa y culminó en un alarido de placer cuando tuvo el primero de los muchos orgasmos que Alejandro le producía al meterle la pija en la concha y en el culo alternadamente.

Cuando Alejandro le derramó toda la carga de sus huevos en la boca y en la cara, Angélica cayo exhausta.

Recuperada a medias dijo: -Disculpenmé chicos, pero la reunión estaba tan aburrida que enseguida me fuí, nunca me imaginé que estuvieras tan bien acompañada y divirtiendoté como loca.

Esa noche Alejandro no tuvo que irse, alegre y a conciencia satisfizo a las dos amigas hasta que no le salía una sola gota de leche de tantas veces que había acabado.

Esa noche sintió que su amor por Carla tomaba una dimensión intangible.

Hay que ser muy buena tipa para compartir algo que se quiere tanto, pensó contento por haberla conocido y decidido a conservarla para siempre.

Pedro W FOTOS

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