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El Juego de la Perversion - 3ª Parte

 Los dados siguieron rodando y el juego de la perversión continuó su marcha. Fredi estaba sentado, muy incómodamente. El pepino en su culo lo hacía sentir cosas que jamás imaginó estando allí sentado. Me había propuesto ganar por calenturiento. Quería saber hasta donde serían capaces de llegar mis oponentes, y solo eso. Todo lo que ocurrió después yo no me lo imaginé.

Mariana lanzó, y calló sobre Aura. Entablaron la batalla y venció el Templario de Aura. Mi prima sacó una tarjeta de castigo rosada que decía: "chúpale el pene al jugador que saque el número mayor al lanzar un dado y hazlo acabar en menos de 3 minutos". Jorge y yo lanzamos y el sacó un 5 y se sonrió, pero luego yo saqué un 6 y me sonreí más.

La cara de Jorge se puso pálida y el aliento se le fue. Me volteó a ver, y yo estaba sonriendo socarronamente, burlón. En realidad no me estaba tomando en serio, y no me imaginé cuan serio ellos si. Solo le hice una seña a mariana para que se acercara y engullera mi pene, aun hinchado pero no esperaba que lo hiciera.

Volteó a ver a Jorge, y este, casi temblando, le indicó que fuera. Entonces se me acercó y se arrodilló frente a mi ingle. Volteé a mirar a Jorge, a Aura y a Fredi, quería que pararan la "broma", que era para mi ese juego. Pero luego recapacité en lo que le hice a mi hermana, a Fredi, y me di cuenta de que ya no era tan broma como yo pensaba.

Mariana se acercó más y agarró mi pene tan grueso entre sus manitas. Se lo llevó a la boca y lo empezó a mamar. Jorge miraba, entre caliente, triste y resignado. Aura definitivamente estaba caliente, y Fredi… Fredi se restregaba contra el asiento para mover el grueso pepino que traía en el culo y darse placer.

Los suaves labios de Mariana comenzaron a pasar sobre mi pene. Lo lamía desde la base, entreteniéndose al final en su cabeza. Me miraba con gesto lujurioso, con los ojos encendidos, pero también mostrando cierto temor. Yo por mi parte, estaba más que caliente.

Mariana, si no lo hacés acabar, vas a perder la prueba. – e dijo jorge al ver que se entretenía demasiado en caricias y mimos suaves.

Mariana aceleró la marcha, intentando meterse entero mi falo dentro de su boca. Apenas lo conseguía. Creo que las quijadas le dolieron a mi primer de todo el empeño que le puso a la mamada. Pero yo no iba a permitir que me hiciera acabar, estaba dispuesto a hacer que perdiera la prueba justo como Fredi.

"¡Tiempo!" gritó Aura, y Mariana volteó a ver preocupada a su marido, pero al no recibir ninguna mirada de apoyo, se volteó y esperó su castigo. Volvió a sacar una nueva tarjeta, una rosada. Se puso blanca cuando la leyó: "chúpale el sexo a la mujer que obtenga el número más pequeño al lanzar el dado y cáusale un orgasmo": Ella y Aura eran las únicas mujeres del juego, así que no hubo ni necesidad de lanzar el dado.

El rostro de Aura ensombreció y se cubrió de un halo oscuro, libidinoso, sus ojos brillaron de una manera sucia, con un brillo casi enfermo. Mariana tragó saliva y su rostro no decía nada.- ella estaba en una especie de transe, parecía no sentir nada. Pero los chorros de líquidos que mojaban su calzón, y las gotitas que caían por sus muslos hablaban claramente de la excitación que se cargaba.

Moviendo sensualmente las caderas, se despojó del calzón de encaje que traía, lo dejó caer lentamente, resbalándose por sus muslos. Una densa mata de vello rubio quedó a la vista, rodeando una hermosa abertura rosada, enrojecida, brillosa, sedienta de ser lamida. Mariana no le quitó la vista de encima, esa rajita la invitaba a arrodillarse y a pasarle la lengua… tal y como ella hizo. Mariana se arrodillo frente a Aura, esta se acercó segura y victoriosa, y se colocó frente a su cara. Mi prima sacó su lengua y la llevó al sexo de mi hermana y lo comenzó a lamer y chupar. "Chomp, chomp, chomp, chomp" sonaba su lengua, chapoteando entre la mojada vulva de Aura.

Mariana sujetó a Aura de sus grandes nalgas y se apoyó en ellas para llegar lo más profundo que podía dentro de la vagina de ella. Aura gemía y suspiraba hondamente, sintiendo como la delicada lengua de nuestra primita la hacía gozar. Jorge solo miraba la escena, no se atrevía a interrumpir, solo miraba absorto como su mujer le hacía un mamey fenomenal a otra mujer.

¡Oh Dio! ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! – gritó presa de un terrible orgasmo.

Aura se chorreó por completo dentro de la boca de Mariana. Esta no separó ni por un momentito su lengua y labios de la entrada de su vagina. Fue de verdad una mamada fenomenal. Pero el juego tenía que seguir.

Jorge lanzó sus dados, y cuando llegó mi turno, caí sobre el, iniciando una nueva batalla. Como podrán suponer, mi Chamán derrotó a su figura, así que el tenía que realizar una prueba. "Métete un vibrador entre el ano" decía su tarjeta, y por supuesto el no quería, pero no tenía para pagar así que puso a su esposa como la garantía.

Como no había vibradores en la casa, obvio, fui por otro pepino. No encontré uno del tamaño del que Fredi tenía entre el culo, pero este no era nada pequeño tampoco. La subía sobre una mesa y la hice ponerse en 4, sobre sus rodillas y sobre sus codos, de manera que su culito estuviera en pompa y a mi merced. Jorge solo miraba expectante, mientras su esposa lo volteaba a ver a el, buscando tal vez una gesto, un movimiento de el que le indicara que la iba a sacar de allí, pues ella ya no podía irse. Su palpitante sexo enrojecido y chorreante me decían que no podía.

Le metí el pepino entre la vagina y le di vueltas allí un rato, le iba a dar la oportunidad de lubricar ese gordo falo verde antes de invadir su virgen y, hasta entonces, inexplorado culito. En cuanto consideré que ya estaba listo, lo comencé a meter entre su ano, atornillándolo entre el esfínter. Ella jadeaba, se trataba de parar pero no se atrevía, gemía y se estremecía con fuertes espasmos cada vez que entraba un centímetro del pepino. La estaba torturando como hice con Fredi, metiéndole solo lo que yo quisiera, aunque ellos lo deseaban dentro de un solo golpe.

Ella hacía esfuerzos contra el pepino, se empujaba contra el, luchaba por metérselo aunque sea solo un centímetro más, pero no, yo no se lo permitía. Ella me suplicaba casi llorando:

Amo… amor… ¡por favor!… amo se lo suplico… métamelo un poco más… por favor…

No Marianita, no, nos vamos a ir a mi ritmo… – "snif" sollozaba quedamente, desesperada por no ser más que un objeto y mortificada que le gustara tanto.

Poco a poco se lo fui metiendo más y más. Lento pero constante, inexorable el pepino se abría paso entre los pliegues de su recto, hasta llegar a su intestino. Aura miraba con una mano entre sus piernas, restregándose el sexo desesperada de excitación. Jorge miraba como sodomizaba a su mujer sin que esta protestara. Es más, me pedía más la cabrona. Y Fredi manipulaba el pepino entre su culo, moviéndolo para gozar más, para sentirlo dentro de el, tan duro, tan firme.

Bueno, suficiente… – dije yo, retirándome en dirección de la mesa de juego. Aura y Fredi me siguieron, Jorge vino después. Pero Mariana se quedó allí, en 4 y el culo en pompa. Me miraba lastimeramente, triste, pero caliente.

Amo… por favor… deme más… quiero que… – me dijo con voz en cuello, sin poder terminar su frase.

Mariana, tu prueba ya terminó, hay que seguir con el juego. – le dije

Guayo… por favor… se mi amo… necesito… – y con voz apenas audible terminó decir – necesito que me posea… mi amo…


Me quedé pasmado por unos segundos. Me dejaba llevar por el calor del juego y no reparaba lo que pasaba a mí alrededor. Me asustó, quise parar y guardar el juego, pero Aura ya estaba lanzando el dado, con la cara roja y la mirada encendida… no había dejado de masturbarse desde que empecé a sodomizar a Mariana, ni un solo segundo.

CONTINUARÁ…

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