Me convirtieron en Andrea
Cuando cumplí 12 años me di cuenta que me gustaban algunos de los chicos de mi edad pero también de 13 y 14, yo me llamo Andre y soy blanquito un poco gordito pero no mucho. De repente me antojaba de sentarme en las piernas de algún chico cuando les veía el bulto entre las piernas, me gustaban los chicos de piel más oscura que la mía, gruesos y de cuerpo bien formado. Ellos se dieron cuenta y me empezaron a decir “culito de manzana” porque además tenía y tengo las nalgas abultadas. Algunos se agarraban su bulto y me decían “esto te gusta, déjate conmigo” pero a mí me daba miedo, les oía decir que les gustaría “romper un culo” y yo no sabía cómo era eso. Una vez vi en el campo a un chico masturbándose, tendría unos 13 años y no se dio cuenta que yo lo estaba mirando. Empezó sobándose los huevos encima de su pantalón, luego se bajó el pantalón y el calzoncillo, se acarició su pene erecto y empezó a masturbarse, pero poco a poco lo hizo con tanta fuerza que me dio miedo de pensar que si me lo estuviera haciendo a mí, realmente me haría gritar, me quedé temblando y me retiré despacito, no sin antes ver cómo salía disparado de su pene lo que adiviné era su semen. También veía cuando los chicos se bañaban después de hacer gimnasia, yo entraba al baño para verlos desnudos, me fijaba en sus cosas y me atraía sus cuerpos mojados y sus penes algunos que con el agua tibia y el jabón se les ponía grueso y grande, después iba a mi casa, me desnudaba en mi cuarto y me miraba el culito en el espejo, me sobaba los pezones y me excitaba pensando en el cuerpo desnudo de los chicos. Yo vivía sólo con mi tía y ella también se dio cuenta de mi tendencia sexual por lo que me llevó al sexólogo, después de muchas preguntas y de revisarme, nos dijo que yo no era hombre, que era homosexual y que no había ningún tratamiento para eso, que lo mejor era acostumbrarme a ser lo que era. Aunque yo quería dejarme tocar por un chico que me gustaba, también tenía miedo, mi tía me dijo que me iba a ayudar, y cuando le pregunté por qué los chicos decían que les gustaba romper un culo, se rio y me dijo “porque así son los machos”, me dijo que la primera vez me iba doler un poco, pero después me iba a gustar, que llegado el momento me diría cómo hacer para que me duela menos, que por el momento no me deje con nadie, y así lo hice. Un año y medio después cumplí 14 y mis deseos sexuales se incrementaron, me sentaba en el bidet para sentir el chorrito fuerte de agua tibia en mi hoyito, me sobaba los pezones y así llegaba al orgasmo, le conté a mi tía lo que hacía y me dijo que ya era hora de tener una relación, que podía caer en manos de algún violador y eso sería peor, que una relación consentida sería lo más apropiado, pues notaba que especialmente los adolescentes me miraban en la calle. Fue así que cuando llegó el verano fuimos a una casita de playa, allí había varios chicos simpáticos que me miraban notando lo que yo era. Un día se acercó un chico bien moreno, le calculé de 16 a 18 años, me preguntó mi nombre y se sentó en la arena a conversar. Al poco rato la conversación llegó al tema sexual, me preguntó si yo ya había experimentado y le dije que no, nunca, entonces tragó saliva y me dijo “entonces lo tienes cerradito”, yo moví la cabeza para hacerle saber que sí. Entonces me preguntó que si él me gustaba, y también moví la cabeza afirmando porque era verdad, era guapo, fuerte, moreno, bien formado, de piernas y brazos gruesos y se le notaba bastante su bulto. Adivinando que yo tenía miedo, me dijo que él podía iniciarme poquito a poco, despacito, que me dolería sólo un poquito y que después me iba a gustar y que sólo la primera vez duele, que es normal y que él lo haría con mucho cuidado, despaciiito nomás, cuando dijo eso, noté que su bulto se ponía más grande y me asusté, le dije que lo pensaría y le contestaría mañana, no insistió, se despidió y me dijo que esperaría hasta mañana. Mi tía nos estaba mirando de lejos, y cuando me preguntó, le conté toda la conversación con el chico, me dijo de frente que si me gustaba que me deje con él, que mejor era un chico conocido de la zona y no un desconocido, que se le veía fuerte y bien formado y que sería lo mejor para mí ya de una vez. Me empezó a dar consejos para que no me duela tanto, me dijo que una vez en la intimidad le agrre su miembro muy despacito, primero con la punta de los dedos como con miedo, y luego con toda la mano, que le agarre los testículos suavemente, y que lo masturbe un poquito pero no mucho, solamente hasta que vea que por la punta de su pene salga unas gotitas de un líquido transparente y suavecito y que se lo esparza especialmente por toda la cabeza de su miembro y todo su pene hasta la base, que eso no era semen sino solamente un suavizante para una mejor penetración. Me dijo que no tenga miedo, que me relaje, que me voltee y me deje. Me dijo también que él me diría cómo me pondría, que cada macho tiene sus preferencias y que le obedezca. Al día siguiente al encontrarme con él en la playa, ya con más confianza le acepté recibirlo en mi habitación, le dije que mi tía sabía, que estaba de acuerdo y que no nos molestaría, se sorprendió un poco pero comprendió. En la tarde antes que él llegue, me bañé en la tina, me lavé bien el culito, me eché crema suavizante a las nalgas y me motivé un poco sobándome los pezones. También me puse un calzoncito de seda muy cortito, y como tengo el pene muy chiquito, más chiquito que un niño de 8 años, me miré al espejo y parecía hembrita. Me acordé que a pesar que yo tenía 14, los chicos de 12 ya lo tenían mucho más grande que el mío, por lo que hasta ahora pienso que ellos son machos muy diferentes a mí. Esperaba impaciente hasta que llegó, entramos a mi habitación, me ayudó a quitarme la ropa y se sorprendió al ver mi calzoncito, me lo quitó muy despacito aprovechando para tocarme el culito, yo le agarré los hombros anchos y sus brazos gruesos, se quitó el calzoncillo y le vi su pene por primera vez, me asusté, era grueso y oscuro, como de 4 centímetros de ancho, más grueso de lo que me había imaginado, se lo toqué suavemente y luego lo tomé con toda mi mano, lo masturbé un poquito, casi al instante le salió el liquidito por la punta y se lo esparcí por todo su pene. Mientras yo hacía eso, él me tocó suavemente los pezones y sentí como electricidad, hice una mueca de placer, él acercó su boca a la mía y me besó, fue suficiente, me abandoné a lo que él quisiera hacerme. Me dijo “te voy a tratar como hembrita”, me hizo echar de espaldas levantando bien el trasero con dos almohadas, y abriéndome la piernas me sobó su miembro entre mis nalgas, me las palpó con sus manos, luego me sobó otra vez los pezones adivinando que eso me hacía sentir placer, me besó otra vez en la boca, y con una mano sentí que introducía su dedo en mi ano, me sobresalté pero me gustó, luego colocó su verga en la puerta de mi ano, y empezó a penetrarme despaciiito, poquito a poco, sentí que mi anito se dilataba, que se anchaba, hasta que sentí que me introdujo toda su verga, grité porque me dolió, pero también me gustó no sólo la penetración sino el sentir su cuerpo grueso y caliente, sus testículos que tocaban mis nalgas con cada embestida, me sentí hembra, quise tener vagina, entonces sentí como una punzada en mi ano, grité nuevamente y sentí que su verga le latía, empezó a sonar como si batieran huevos y un olor a su semen que por primera vez sentía inundó la habitación, también el olor a su cuerpo de adolescente macho, retiró su miembro de mi culo y me dijo “ya te rompí el culito ¿te gustó?” le dije siiii ¿sentiste mi lechada? me dijo, le dije que síii, siii. Me dijo “rico culito tienes, ha estado bien cerradito, la próxima vez te voy a cachar diferente para que aprendas, ahora ven a lavarme la verga”. Me paré con las nalgas pegajosas ajustando el ano para que no chorree su semen. Me llevó al lavamanos, colocó su verga dentro y se lo lavé. Me dijo “te voy a dejar descansar dos día para que se te cierre un poco” y se fue. A mi tía le conté todo lo sucedido y me dijo que estaba bien que así era, que me acostumbre a recibir eso. A los 2 días regresó, y el trato ya no fue con tanta delicadeza, para empezar me dijo que a partir de ahora mi nombre ya no sería Andre sino Andrea. Luego me dijo que mi culito sí había estado virgen pero que a lo mejor ya se lo había chupado a algún chico, le dije que no, y entonces me dijo “yo te voy a enseñar”, se sentó al borde de la cama con la piernas abiertas en su verga bien erecta, me hizo arrodillar entre sus piernas como un acto de sumisión y me dijo “lámeme primero debajo de los huevos, luego vas subiendo poco a poco a hasta la punta de mi pinga, te lames los labios y cierras tu boquita, poco a poco abres los labios y te introduces mi verga dentro de tu boca y la chupas hasta que yo te diga, si sientes que me lubrico, espera lo que yo te ordene, a veces voy a querer que te tragues mi leche y a veces voy a querer dártela por el culo, y tú me tienes que obedecer porque desde ahora eres “mi culito”. Sentí que me dominaba pero me gustó, le obedecí, cuando sentí que se lubricaba, esperé lo que me mande, y me dijo “esta vez quiero darte por el culo, ponte de 4”. Me puso en cuatro y me dio por el culo con toda su fuerza sin miramientos, ya me había roto el culo, ahora le pertenecía, me hizo gemir, me hizo gritar de placer, le empecé a decir “préñame, preñameeé” cuando sentí que acababa dentro de mí con su verga vibrante y gruesa dentro de mi culo. Ese mismo día le conté todo a mi tía, me dijo que ya había llegado el momento de hablar de detalles, que ahora que ya me habían desflorado, tenía que aprender varias otras cosas, me dijo que la penetración más profunda es cuando abriendo las piernas me siente sobre su cosa, así el ano queda más abierto y la penetración es total, que la ventaja de esa pose es que mientras sienta todo su miembro dentro de mí, yo pueda acariciar sus huevos, sobarle debajo cerca de sus nalgas, que eso les excita mucho a ellos, mientras tanto, él puede sobarme los pezones que me gusta tanto, y me dijo “dile que te dé unas cuantas nalgadas fuertes con su mano abierta” ese es un acto de dominación que te va a gustar, te va a hacer sentir poseída, dominada y “vas a llegar al orgasmo cuando sientas que él acaba dentro de ti”. Me dijo también que cuando me pida acabar en mi boca, no escupa su semen, que me lo trague, que eso también me iba a gustar, que también era un acto de dominación del macho. Mi carácter cambió, me dio por el culo y por la boca durante todo el verano y al siguiente también. Mi cuerpo cambió también, antes a pesar de mi micro pene tenía erecciones, después que me rompieron el culito ya nunca más, el sexólogo me dijo que era sicológico, y eso también me gustó, la única verga grande, gruesa y dura que quería ver era la de él. Ahora tengo otra pareja y lo satisfago con todo lo que aprendí con aquel adolescente que me desfloró, y por los ejercicios que hago, tengo las nalgas más abultadas y los pezones se me ponen duritos cuando estoy “excitada” porque desde que me rompieron el culito me llamo Andrea.
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