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Mi Amigo Miguel

Hace tiempo que vengo dándole vueltas al tema: sé que no puedo olvidar mi faceta bisexual.
Tengo 30 años, y desde hace 10 he mantenido ocasionalmente alguna relación con otro chico como yo. Nada serio ni prolongado, simplemente el momento. Me considero heterosexual, esto es, que realmente sólo me gustan las mujeres: el tacto de su piel, sus pechos, sus nalgas, el sabor de su coño… , pero no puedo (ni quiero) rechazar la idea de poder acariciar otro pene, de tener un amigo con el que mantener algo más que una buena amistad. No tengo una idea formada en mi cabeza acerca de este "cómplice", ni su cara, ni su físico… sólo me interesa que sea morboso y que tenga un buen rabo para que yo pueda mamárselo. La idea me excita muchísimo.
Aquí compartiré con vosotr@s mi experiencia con Miguel.
Le conocí hace algunos años a través de un contacto en una revista gay. Yo no tenía experiencia con hombres, pero me rondaba la idea hacía algún tiempo y, aunque yo tenía novia, no quería quedarme con las ganas.
Quedamos un día para tomar una copa a eso de las 8 de la tarde y, tras las típicas conversaciones iniciales, decidimos ir "a dar una vuelta en el coche". Llegamos a un lugar cerca del mar y decidimos pasarnos al asiento de atrás, y una vez allí, empezamos a acariciarnos por encima de la ropa… el pecho, los muslos, el paquete. La verdad es que la teníamos ambos muy dura, y yo me moría por ver otro pene de cerca, así que tomé la acción y le saqué su polla fuera del pantalón. Era súper excitante tener una polla caliente y dura en la mano y que no fuese la mía. Sin dudarlo por un momento, me abalancé sobre ella y comencé a chuparla. En un principio no me agradó su sabor, pero según pasaba mi lengua me fue gustando más. Estuve mamando su verga desde sus huevos hasta la abertura de su glande hasta que me dijo que estaba a punto de estallar. Entonces metí el dedo anular en mi boca y embadurnándolo de saliva se lo metí en el ano sin demasiado problema mientras con mi otra mano seguía masturbando aquella mi primera polla.
Su corrida no se hizo esperar mucho tiempo, se retorcía intentando tragarse toda mi mano en su culo mientras los primeros chorritos de semen afloraban de su glande. Fue fantástico. El olor que emanaba, las sacudidas que sentía en mi mano con la que agarraba su miembro…
A continuación, fue él el que sacó mi polla quitándome los zapatos y pantalones. Me la mamó como pocas veces lo había hecho mi novia y, sin duda, con mucha más imaginación. Estuvo ensalivándome tanto la polla como los huevos y, dándose la vuelta y bajando la cabeza me invitó a que lo penetrase. De un golpe le metí media polla en el culo y, aunque me dolió un poco, estaba más excitado que nunca. Miguel sólo hacía que empujar atrás y menear el culo, y yo estaba disfrutando como nunca antes lo había hecho. Estuve muy poco rato bombeando, porque mis huevos pedían desalojar, así que en un golpe de pelvis le introduje mi polla hasta lo más hondo de Miguel mientras me corría a chorros en su interior. Miguel se retorcía y su polla empezó a soltar de nuevo hilillos de semen ensuciando la tapicería del asiento.
Fue un descubrimiento fantástico. Me gusto y disfruté mucho con la experiencia. Quedamos un par de veces más, pero como que no hacía nada más que llamarme a todas horas y me agobié bastante. Yo no quería un "novio", deseaba y deseo, un amigo sin ataduras, un heterosexual con inquietudes, con su vida hecha, que no me dé problemas.


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