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Doctora a Domicilio

La verdad es que luego de leer varios relatos, os voy a contar el mío, que realmente es digno de ser relatado. Antes les cuento que no soy un actor de cine, ni un superdotado sexual, porque por lo general en estos relatos está lleno de ese "tipo" de hombre. Lo mío es normal, común y muy dentro de lo promedial. Estoy iniciando mis cuarenta, tengo el pelo castaño corto y peinado, ojos verde oscuro, tez blanca, mido 1,73, delgado porque hago ejercicio y en resumen, un hombre normal.
Prefiero obviar la ciudad, para no dejarla a ella en evidencia, una de las cosas que respeto es la confidencialidad de la mujer, porque es la que queda siempre marcada, por lo tanto todo hombre verdadero, no mancilla mujeres en sus anécdotas, sino que las debe guardar como parte de su verdadera hombría.
Lo cierto es que estaba con casi 39 de fiebre, una gripe de las que les dije, llamé a mi centro de medicina y me mandaron una doctora a casa.
Llegó el lunes como a las 11 de la mañana, yo estaba con esa fiebre, pero igual mantenía mi espíritu. Tocó a la puerta, le abrí y apareció la figura de una mujer de unos 45 años, no muy alta, rubia, ojos celestes, caderas formadas, con una chaqueta larga pero abierta al frente lo que dejaba ver sus pechos dentro de una camisa blanca y una falda azul por la rodilla con medias color carne. Sus piernas eran de una mujer de 30 años, sus pechos igual, solo su rostro le marcaba algo de los 45, pero no tanto. ¿Usted es el enfermo? Si- contesté- tengo temperatura bla bla bla. Me hizo sentar en el living, me revisó la espalda, tenia unas manos espectaculares. Me pidió que me diera vuelta y ahora tuteándome me dijo - abre bien la boca –lo hice- huy – dice- tienes algo roja esa garganta y un poco de congestionamiento. Vamos a dejarte acá 3 días, toma esto y cuéntame de ti. No hay mucho que decir, mi familia, mi mujer está trabajando y los niños en la universidad, soy master en administración, no mucho más. Estaba sentada frente a mí, tenia las piernas cerradas pero se le veía por ese espacio que deja la falda encima de las rodillas, que había algo blanco al fondo, sin dudas su tanga, sus pechos me parecieron algo excitados pero podía ser por el aire acondicionado que, en su automático, a veces larga una ola de aire fresco y ella estaba enfrente. Bueno – dijo- mañana te veo de nuevo. En la tarde me llamó por teléfono y me preguntó como estaba, seguía con algo de fiebre pero había cedido con sus medicamentos Al otro día tocan a la puerta a las 9 de la mañana y era ella, con un saco largo marrón claro, un pantalón marrón oscuro que mostraba un trasero divino, y un pulóver hasta el cuello, pero sus pechos eran lindos se redondeaban en la lana y resaltaban. Hola- ¿cómo estás?- entró ya conocedora del lugar me revisó la garganta, el pecho y la espalda. Te voy a inyectar, dijo- porque aún estas congestionado, me hizo parar, me bajo algo el pantalón deportivo que tenia puesto y me puso una inyección. Yo que estaba ya a punto de ponerme tieso, ese pinchazo me mató, pero igual me senté enseguida y esperé sus palabras. Mañana estarás bien- tenia una boca deliciosa- esto son 72 horas. Le dije: ¿pero y por qué vienes sin que te llame? Bueno- expresó con una sonrisa- soy tu doctora ahora y además me haces acordar a mi ex esposo. ¿Qué pasó con él? Me dejó pero siempre lo recuerdo. Quedé pasmado, pero no atiné a nada, porque enseguida se fue. Quedé pensando en ella, no me sacaba de encima sus palabras, pero ya se había sido. Miércoles, 10 de la mañana suena el timbre, la empleada no había venido y bajé a abrir, ella estaba allí. Con una falda corta negra, medias iguales, una chaqueta corta también negra y una camisa blanca que dejaba ver un sostén negro, con la chaqueta de abrigo en las manos. Hola. Estás mejor?-preguntó. Sin decir palabra la hice pasar y le dije compruébalo tu misma, me sentó en el sofá y comenzó a revisar mi pecho el pelo rubio lo veía desde arriba mientras oía mi pecho. Sin poder controlarme, le tomé la cabeza y ella me dijo- epa!!! ¿Que pasa? Nada - le dije - tu pelo me hace cosquilla en la barbilla. Inmediatamente subió la cabeza con mi mano en su nuca y sin soltarla la besé en la boca, abrió los labios e introduje mi lengua. me recibió con la suya. Las salivas empezaron a confundirse, ella gemía. Le quité la chaqueta, ella ayudó, puse mis manos ente su camisa y atrapé su pecho izquierdo, el pezón estaba casi como una roca, erecto, duro, latente, baje el corpiño, dejé al aire sus tetas, ella me miró y se miró.
Se sacó la camisa, y se abrazó a mi, me besaba mientras con mis manos tocaba a sus tetas y sus pezones erectos, duros, llenos de tibieza, no dejaban de crecer, pensaba que le iban a explotar por el tamaño que estaban tomando.
Aparté mi boca de la de ella y besé esos pezones enormes, en unos pechos redondos, bien formados, muy blancos y deliciosos. Cuando sintió mi lengua es su pezón gimió y apretó mi cabeza contra él. Chúpamelos, lámelos, muérdelos- gritaba. Me arrodille frente a ella. Sentada en el sillón frente a mi estaba hermosa, desnuda, con sus pechos ardientes su boca semi abierta y sus ojos entre cerrados. Me puse entre sus piernas y bese sus pezones uno y otro, mis manos se comenzaron a meter por debajo de la falda hasta llegar a sus muslos. Cuando sintió mis manos se contrajo, gimoteó, la miré tome de ambos lados su tanga y la fui sacando por sus piernas, era negra muy pequeña. ¿Qué haces?- preguntó ¿No ves? Te desnudó respondí. Cerró los ojos y me acerco la cabeza a sus tetas quería que la lamiera, que se las besara y tocara. Le di el gusto mientras mis manos desabrochaban su falda, era tal su calentura que ni notó que ya estaba sacando por debajo de su divino culo la falda. Corrió por sus piernas y me encontré con su conchita, afeitada pero con pelo en el pubis, las piernas abiertas y sus labios mojados, ella me mira, se miraba, me miraba como extasiada y caliente, no aguantó y se tocó su clítoris. Aparté sus manos y me acerqué, se lo besé, gritó, dijo- no, no, no- si, si le dije y metí mi lengua entre sus labios inferiores, lamí todo lo que encontré, Había jugo para rato, el mismo caía hacia el sillón, un olor a mujer invadía todo, gemía, gemía, gritaba chúpame, chúpame, soy tuya, y en eso un orgasmo tremendo le invadió toda su concha que se llenó de viscosidades deliciosas, su clítoris en mis dientes reventó, ella apretaba mi cabeza contra su concha para que no la apartara de allí.
Me levanté bruscamente y le di un beso mientras bajaba mis pantalones, saboreó por mi boca sus jugos, se relamía y decía: nunca los había saboreado. Con sus ojos cerrados puse mi verga en sus labios, los abrió de golpe y al verla la tomo con sus dos manos y la introdujo en su boca. Era desesperante ver como la chupaba, tanto que la tuve que frenar para evitar que me lastimara, le impuse el ritmo con mis manos en su cabeza y lo aceptó. Lamía toda la cabeza, besaba con desesperación mis manos tocaban sus pezones erectos, duros, casi a reventar, la quise sacar de esa postura pero me miró como si le sacara la comida, siguió chupando una pija que estaba apunto de estallar, se lo dije, pero no hizo caso, explotó todo el semen en su boca, se aparto para verlo salir, abría sus labios y mas absorbía, lo lamía y me miraba.
Su pelo estaba lleno de mis jugos, sus mejillas también, ella se limpió con sus manos y tomó todo, lamió todo. Increíblemente mantuve la erección, ver aquella mujer desnuda con mi pija en su boca me hizo seguir excitado, ardiente. La tiré sobre la alfombra, le abrí sus piernas e introduje mi verga en su concha abierta, llena de jugos que salían por la comisura de sus piernas. En el momento que embestí su grito fue tremendo, quedó inmóvil, hasta que en unos segundos comenzó a moverse rítmicamente y a mirarme. Me decía, ¿Me estas cogiendo? Si- Te gusta? Me encanta, me vas a coger toda? Claro que sí? Tengo tu pija dentro, hay, la siento, tnago una pija dentro, me estas cogiendo, estoy siendo cogida.
Sus propias palabras la calentaban más, yo bombeaba y mi verga a mil me respondía, le besaba los labios con su lengua enloquecida, la dejaba con la boca abierta para morder sus pezones, ella gemía. Me levanté y salí de su cuerpo. Me miró y dijo: no, no me la saques, cogeme. Sin hacerle caso, la di vuelta metí mis dedos en su conchita empapada y se la introduje por atrás con mi verga mientras admiraba ese hermoso culo. Ella golpeaba con las manos en el suelo mientras movía su cabeza de un lado a otro. Le agarre sus pezones y su boca se abría, decía cosas: cogeme, llename de leche, quiero pija, quiero tenerla bien adentro, toqué su culo, ella lo notó. Dio vuelta su cara, me miró sonrió, estaba colorada, sus mejillas eran dos tomates, tomo su cartera del sillón y sacó un pote. Se aparto de mi, se dio vuelta y comenzó a ponerme en mi verga una crema. No te hagas problemas- me dijo- es una crema indefensa. Me dió un beso en la punta de la verga y le dijo: - házme feliz. Se dio vuelta, levantó su culo hacia mi, me dio el pote, saqué crema y comencé a untarle ese divino culo, cuando mis dedos resbalaban puse mi verga en la puerta y di un golpe. Ella gritó, pero era la única forma, al rato sus movimientos eran tremendos yo la cogía por el culo estaba feliz, decía: pártemelo, rompeme el culo, me están cogiendo por el culo, tengo mi culo con una pija dentro- y asi tuvo un orgasmo. Entre todo esto yo estaba ya por venirme, y le dije-te voy a coger toda. Sí me dijo, haz lo que quieras. La di vuelta y de un golpe puse mi pija en su concha. Ella gritó de placer y comencé a darle y darle. Sus gemidos eran fuertes, me arañaba la espalda, sus piernas se ataron a mi espalda hasta que acabamos. Mientras ella decía dame toda la leche, toda, toda, le llenaba su concha de mis jugos. Me pidió que se la sacara y cuando lo hice, se prendió a mi puja y la mamo y limpió toda. Se acostó en el suelo, desnuda, me miró y dijo: Gracias, hacia 3 años que no lo hacía. FOTOS

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